jueves, noviembre 02, 2006

narraciones ordinarias II

Nuevamente y como en la primera entrega toda relación con la realidad es pura coincidencia, esta historia es tan real como Oliver y su Japon campeón mundial de futbol.

Abrazo


Dos veces había dejado la misma nota en su hotel, esperando al menos despedirme de ella, la encarga me las recibió con cara de molesta, las notas decían lo mismo: “A las 12 en el Terminal de buses”. Por la molestia de la recepcionista sospeche que estaba allí, en el hotel, pero había pedido no ser molestada, quizás por la cantidad de alcohol consumido el día anterior.

Al llegar a la estación compré el boleto con mucho temor, sin ver que la hora de salida era a las 11 y 30, ¿qué iba a hacer?, no podía quedarme más tiempo, el siguiente carro salía luego de las 5 de la tarde, era el principio de varios viajes de retorno a casa.

Respire y abrace la figura latinoamericana de impuntualidad, camine muy lentamente al bus, esperando que el tiempo pase lo mas pronto posible, acomode mis cosas arriba de los asientos pensando en la noche anterior, en esa mirada vidriosa que no me soltó toda la noche, en la despedida tierna a través de una reja. Intentamos que no pasara nada, porque no era necesario.

Ya eran casi las 12 y el bus ya tenia sus pasajeros completos. Luego de colocar mis cosas me baje y estuve en la entrada al embarque de pasajeros, con la suficiente distancia como para que el bus no arranque sin mi y como para correr en caso la vea pasar por la entrada del Terminal.

Los pasajeros ya estaban impacientes y se quejaban por la ausencia del chofer. Intentando apaciguar los ánimos el ayudante encendió el motor. Era el único pasajero que no quería partir, que deseaba mucho el retrazo, miraba fijamente la puerta atento a su llegada. Por momentos pensaba que ella lo que menos quería era verme, que todo había sido un error, una acción infantil con alguien más infantil aun. Pero no dejaba de ver la entrada, veía salir y entrar personas, pero en ninguna encontraba su cabello largo y negro, aquellos ojos de cielo. Podría verla desde lejos, era un punto extraño en este país, después de todo este no era su país.

Me ponía de puntas para poder tener un mayor panorama, miraba de vez en cuando el bus y a sus pasajeros impacientes, eran mas de las 12 y ya casi no quedaban esperanzas, le había dicho durante toda la noche que quería mirarla, porque se que tengo mala memoria y me odiaría perder su rostro, ella pensaba que estaba loco, porque lo único que hacia era mirarla. Me quedaba en silencio mientras me hacía muecas y me daba su opinión sobre la música que ponían, nadie más estaba en ese local, a pesar que estaba repleto.

Deje de estar de puntas porque me di cuenta que era más que todo la impaciencia, y cuando comprendía que una despedida era demasiado pedir para nosotros, después de todo no había pasado nada. La imaginaba aun durmiendo.

En ese último momento llegó, con el cabello aun mojado, descuidadamente amarrado en una simple cola y unas ojeras que mostraban la mala noche. Pasó corriendo la puerta del Terminal mirando angustiadamente por toda la sala, ya era más de las 12. Salí corriendo mientras se perdía nuevamente entre la gente.

La seguí, olvidando el bus y su motor en marcha, tuve que dar la vuelta al Terminal, cuando al fin la alcancé me pareció que estaba más alta, me dio un abrazo muy fuerte que me hizo sentirme atrapado, el mundo se detuvo cuando me volvió a mirar como anoche, me sentía un niño y era cierto era un niño a su lado, nuevamente me concentre en verla para que esa imagen nunca se pierda en mi terrible olvido.

Me deseó buena suerte en todo, quería decirle que se vaya conmigo, que me quedo con ella, que aun puede haber mas noches así, mejores. No dije nada de eso, solo que fue lindo conocerla y que nunca le olvidaría, sabia que nunca mas la volvería a ver, quería grabar cada detalle, nuevamente me abrazó y pensé quedarme allí, en sus brazos, respirándole el cabello. Riéndose me dijo que no pierda mi bus.

Ninguno de los dos pidió un beso, yo estuve a punto de decirlo pero ya lo había entregado todo, le agarre las dos manos y le desee suerte, luego camine hacia el bus sin dejar de mirarla, hasta subir, en ese momento llegaba el chofer para comerse los reclamos de los pasajeros, los gritos no cesaban mientras me acomode en mi sitio que daba hacia la ventana intentando mirarla, pero era en vano, el Terminal tenia lunas oscuras y difícilmente se veía hacia dentro, intente mover mi mano a la nada, me perdí en la noche anterior y en las imágenes de su rostro, el bus ya estaba en marcha y la gente se iba calmando a medida que aumentaba la velocidad.

Nunca más la volví a ver y a pesar de mis esfuerzos su rostro me resulta incompleto en la memoria, contrariamente a la imagen tengo muy viva la sensación de su abrazo y aquel olor de su cabello acariciándome el rostro.